Los cruces de play-offs del torneo de Clausura 2024 del fútbol formativo
Isabel Berríos es la historia viva y el legado del fútbol femenino en Chile. Luchadora, persistente, hincha de la U desde siempre. Asistente social fue su primer título, con eso trabajaba a la par de ser jugadora, además de ser escultora en madera. Preocupada por sus jugadoras, la formación integral la consideraba indispensable.
“Una como mujer tiene que estar demostrando todo el tiempo lo que sabe, cada vez que pasa algo te cuestionan si lo puedes hacer bien o si lo harás mal“, asegura quien no solo jugó fútbol, sino que fue también la primera mujer en graduarse del INAF como entrenadora.
“Algo que les inculqué a los niños es que a mí, al igual que a los otros entrenadores, me tenían que decir profe, no ‘tía’. Porque yo me gané eso, no me lo regalaron, yo tuve que aprender. Una ‘tía’ no es una profesión, yo soy entrenadora”, dice la mujer que formó a muchas de las estrellas de La Roja.
La mejor escena para describir a Isabel es una de cuando tenía alrededor de 7 años, en su colegio. Desde pequeña fanática de la pelota. En la clase de Educación Física la mandaban con las niñas a jugar al alto o a las quemadas. Pero ella, necia, se amurraba, porque lo único que quería era perseguir la redonda y hacer muchos goles junto a sus compañeros hombres.
— ¿Cómo inicia su carrera?
— Siempre me gustó jugar a la pelota. Gol y Gol fue mi primer equipo, donde pude compartir con otras niñas y, aunque eran todas más grandes, yo destacaba por mi talento. Permiso para ir a jugar no tenía. Me las ingeniaba con distintas excusas para escaparme de la casa y llegar a los partidos.
Tuvo pasos por la selección de Pudahuel y después la invitaron a jugar con Las Águilas, que eran de Maipú, cuando tenía alrededor de 15 años. Ellas encontraban tierno que Isabel fuera baja de estatura, pero también la veían como una buena jugadora.
— ¿Y cómo llega a Universidad de Chile?
— Una de las chicas que jugaba en las Águilas era de la barra de la U y nos contó que querían hacer un equipo femenino, nos fuimos a probar todas: quedamos 3. Y así empecé a ir. Pasó un tiempo y me nombraron capitana. Salíamos en los medios y jugábamos en estadios. El 8 de julio de 1989 se inicia oficialmente la rama femenina de la U.
Sus primeros zapatos de fútbol llegaron de la mano de una apuesta. Un señor, patrocinador del equipo femenino, le dijo que si le hacía 10 penales le regalaba las mejores zapatillas. Y así fue. Él era arquero y jugaba en una liga, pero Isabel le hizo más de 15 goles.
— ¿Cómo era jugar en esa época?
— Muchos nos veían para reírse, había jugadoras con buena técnica pero eran pocas las que estábamos comprometidas con en el tema. En un momento llegaron 3 tenistas a reforzar el plantel. Entre ellas Patricia Hermida y subió mucho el nivel del equipo. Después nos enteramos que había un equipo en Viña, Las Armaditas de Everton, y con ellas empezamos a jugar en todos lados. Recorrimos los estadios más importantes de Chile. Todo organizado por la barra.
Después ellas mismas conforman su directiva y comenzó la organización. Isabel pasaba horas y horas tratando de conseguir una pelota y las camisetas que iban dejando los hombres pasaban a ser de ellas. Los entrenamientos eran cuando todas las otras categorías terminaban. Tenían que poner focos en las canchas porque oscurecía y no veían nada.
— ¿En que momento comenzó a entrenar al equipo?
— Con la Paty las empezamos a entrenar, las dos estábamos a cargo de eso. Y en los partidos jugábamos medio tiempo cada una. Esto antes de que yo estudiara. Yo jugué hasta que empecé a prepararme para ser entrenadora en 2002.
Algunas de las jugadoras que entrenó Isabel son hoy grandes figuras como: Carla Guerrero, Maria José Rojas, Nathalie Quezada, Romina Parraguirre, Daniela Pardo, Nicole Sanhueza, entre otras. Hace 19 años Isabel tomó la decisión de ingresar al INAF y comenzó a estudiar para ser entrenadora.
— ¿Fue muy difícil ser la única y primera mujer estudiando para ser DT?
— En algún momento pensé que no iba a poder, eran puros hombres y los primeros años me costaron. No tenía donde vestirme, tenía que esperar que todos se ducharan. No me elegían para los trabajos. Yo sabía que me metía en las patas de los caballos con esa decisión, pero lo logré. Con el pasar del tiempo me fui adaptando y ellos se fueron adaptando a mí.
Se ganó el respeto de sus compañeros y se graduó con distinción máxima del INAF en 2006.
— ¿Cuál fue la mejor y la peor experiencia como DT?
— Nunca me voy a olvidar, un día fui a jugar a San Carlos y cuando entré a la cancha todas las mamás me comienzan a aplaudir. Fue muy emocionante, me aplaudieron hasta que llegue a la banca. Después igual les gané (risas) pero fue muy lindo.
Y una vez jugando con la Sub-13 en el Caracol Azul, vino Wanderers a jugar y el entrenador comenzó a hacer el calentamiento en la cancha que entrenaba el primer equipo y no se podía. Y cuando yo me acerqué a decirle que era para todos igual, me dijo: ‘que te metís vo’, anda a la cocina a lavar los platos, ahí es donde tienes que estar’. No supe qué decirle porque lo dijo delante de los niños. Le ganamos 3 a 0 y cada vez que hacían gol, los niños corrían a mí y me abrazaban. Ellos borraron ese mal rato que me hizo pasar.
Lo que más le conmueve a una de las primeras jugadoras de Universidad de Chile, y la primera mujer entrenadora del país, es todo el cariño que generó en los hombres y mujeres que formó. Actualmente está a cargo de Sueño Azul, un proyecto deportivo inclusivo de la U, donde entrena a niños, niñas y jóvenes con Síndrome de Down.
— Si hoy fuera niña ¿Quién sería su ídola del fútbol femenino?
— No sé si ídola, porque no la conozco personalmente pero por los valores que ha manifestado yo creo que Megan Rapinoe. Yo creo que es una persona a seguir, aunque un poco confrontacional, yo lo manejaría de otra forma, con un poco más de sutileza.
Isabel Berríos hoy se siente bendecida, cree que cumplió su propósito que era enseñarles a jugar a niños y niñas y eso lo considera impagable. Aunque muchos olviden su nombre, su historia quedará para siempre en la del fútbol femenino nacional.
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