• Noviembre 21, 2024

Buscando “culpables”

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SAPPORO, JAPAN – JULY 24: Jose Letelier, Head Coach of Team Chile and his staff stand for the national anthem prior to the Women’s First Round Group E match between Chile and Canada on day one of the Tokyo 2020 Olympic Games at Sapporo Dome on July 24, 2021 in Sapporo, Hokkaido, Japan. (Photo by Masashi Hara/Getty Images)

Luego de la eliminación de Tokio 2020, vale la pena sentarse a reflexionar un poco sobre razones y motivos. ¿Qué se necesita para superar a las potencias mundiales?

¿Pasó un poco la rabia por la eliminación de La Roja en los Juegos Olímpicos? Difícil… Ese maldito cabezazo al palo de la Pancha Lara. ¿Los culpables? El maldito VAR, también. Maldita Tanaka, por supuesto, que encontró justo cómo romper la zaga chilena cuando la Roja mejor jugaba.

Bajo mi humilde lupa, competir ante tres de las mejores selecciones del mundo, llegar al último partido con opciones reales de clasificar y haber estado a un maldito palo milimétrico de, prácticamente, lograrlo es una presentación más que digna; sin embargo, el clamor del hincha invita a buscar “culpables” por no pasar la fase de grupos.

Pues bien, busquemos a esos “culpables”. La más fácil es responsabilizar a José Letelier, el entrenador. Con otro DT, clasificamos. Si hubiese puesto a esta o a esta otra jugadora, el partido lo ganamos y ya. No leyó el partido, no hizo los cambios, no entendió. Es una postura válida, respetable, aunque no la comparto en absoluto. Dudo que si el equipo hubiese estado técnicamente a cargo de, no sé, Jill Ellis (está sin pega como entrenadora luego de ser campeona del mundo con Estados Unidos) el destino de la Roja en Japón haya sido muy distinto al que fue.

Podemos apuntar los dardos, también, hacia la ANFP y las “condiciones”. El concepto es algo vago y vale la pena acotarlo para lograr un análisis algo más completo. Sobre esas “condiciones” en la Selección, no hay mucho que decir. Existe acuerdo casi unánime en que gracias a los avances producidos en las administraciones anteriores de la ANFP, en la Roja se utilizan estándares casi óptimos (viáticos, premios, condiciones de alojamiento, de trabajo, soporte tecnológico) para enfrentar la competencia internacional.

Si nos vamos a la realidad de los torneos locales, en cambio, ¿es urgente profesionalizar la actividad? Definitivamente. Es imperioso y los clubes deberían hacerse cargo de una buena vez. Ahora, ¿puede la ANFP obligar a sus asociados a pagarles X cantidad de dinero a sus trabajadoras? Debería ser, pero la verdad no lo sé y lo veo difícil.

¿Deben volver los campeonatos Sub 17 y la Primera B ahora, en este preciso momento? Por supuesto, y de verdad que los motivos por tener detenida la actividad por tanto tiempo ya suenan más a chivas peludas que a razones reales. ¿Deberían las futbolistas chilenas dedicarse sólo al fútbol y no a estudiar y trabajar? Claro, sería lo ideal. Dicho esto, ¿les hubiésemos ganado a Reino Unido, Canadá y Japón si es que hubiésemos profesionalizado el campeonato ANFP?

El principal problema no radica, según yo, ni en Letelier ni en la profesionalización de una Liga específica, lo cual debería ser apenas un elemento más en el extenso paisaje del deporte en nuestro país. Lo que hay que cambiar de una buena vez es la visión macro que tenemos sobre el deporte, sobre la práctica misma, sobre la edad de iniciación, sobre las facilidades para la práctica deportiva en Chile.

Por más que tengamos una liga “profesional” o semi profesional, a ella seguirán llegando jugadoras con vicios de formación, que iniciaron la práctica deportiva a los 15 años y no a los 7 u 8, que es lo aconsejable. Jugadoras a las que no las dejaron jugar fútbol en el colegio, que no tuvieron un espacio comunal para jugar después de clases; que eran de regiones, así que o era el fútbol en Santiago o nada. Futbolistas que en algún momento tuvieron que decidir entre ir a la universidad o seguir en el deporte.

Hoy en Chile es imposible pensar que una niña de ocho años que quiera jugar fútbol se dedique, valga la redundancia, a jugar fútbol (o cualquier otro deporte, en ese respecto). No existen los espacios, las escuelas, los colegios no fomentan esa práctica, no hay clubes deportivos, nada. Si la niña crece y va a la Universidad, salvo casos aislados (Camila Sáez, por ejemplo) mejor que se vaya olvidando de practicar fútbol y se dedique a estudiar. Tres casos se me vienen a la cabeza:

  • No me sé la historia personal de Lucy Bronze, pero supongo que a los 8 o 9 años de edad habrá estado jugando fútbol en algún club o bajo el alero de algún programa escolar, en Berwick-Upon-Tweed, su ciudad natal. Pues bien, a los 8 o 9 años, Daniela Pardo tenía que disfrazarse de hombre para pichanguear.
  • Cuando tuve el inmenso honor de conocer a la gran Francisca Lara, la goleadora histórica de la Selección, ¿saben a lo que ella se dedicaba? Trabajaba por las noches en el aeropuerto, acarreando en silla de ruedas a los pasajeros que requirieran asistencia especial al bajarse de los aviones. Ella tenía unos 24 años y ya era la goleadora histórica. Asumo que Christine Sinclair, a esa edad, solo pensaba en su camino a ser una megaestrella.
  • La mediocampista Yorky Arriagada se atrasó un año en su carrera de nutrición, porque su profesor universitario no quiso cambiarle un examen, mientras disputaba la Copa América de Ecuador 2014. Obvio, reprobó y, según palabras del propio profesor, “bueno, o estudias o juegas a la pelota”.

Acá no estoy jugando la carta de las “pobrecitas que no tienen nada”. ¡Por favor! Me fastidia en demasía esa postura. La Selección que nos representó en Tokio 2020 está compuesta por futbolistas profesionales, bajo condiciones adecuadas de trabajo y con talentos inmensos. Por eso, justamente, pudo competir de tú a tú ante las potencias. Lo interesante es descubrir qué hacer para que el objetivo no sea simplemente competir de igual a igual, sino superarlas (cuando se pueda, obvio; a veces, también te tocará perder) y perpetuarse en esa élite más allá de que en esta generación hayan coincidido futbolistas de excepción.

¿Qué hacer entonces? Primordial es separar a la ANFP de la Federación. Es urgente que exista un órgano federado, cuyo principal objetivo sea el desarrollo y la promoción de la práctica del fútbol. Hoy, la ANFP tiene absorbida en su totalidad a la Federación y el objetivo primordial de esta es radicalmente distinto. La ANFP es una liga profesional de 32 clubes y tiene por único norte, justamente ese: el fortalecimiento (principalmente económico) de su Liga. Válido, pero alejado del fomento y el desarrollo.

Si existiese una Federación como tal, podría crearse, por ejemplo, una ANFM (Asociación Nacional de Fútbol de Mujeres o algo así), preocupada exclusivamente del crecimiento de la disciplina. Estamos de acuerdo en que el deporte federado en Chile es, políticas más, políticas menos, una chacota. Sin embargo, con los dineros que se manejan en el fútbol, los ingresos que genera la marca Selección Chilena, la vitrina que tiene esta disciplina, sí es factible pensar en una Federación robusta y autovalente.

Aparece, entonces, otro problema. Los 32 clubes que hoy tienen “secuestrada” a la Federación jamás en la vida van a soltar la mano que les da de comer. Para ellos, es fácil descansar sobre los sabrosos réditos que les brinda la Selección. Platita mucha y muy segura. Fue uno de los motivos que le costó el puesto a Sebastián Moreno, quien abogaba insistentemente por la separación; el resultado es conocido: un exitoso golpe de estado y para afuera.

Es difícil prever qué va a pasar con la Selección, ahora que este ciclo terminó. Vienen la Copa América, Santiago 2023, el Mundial de Australia – Nueva Zelandia y los Juegos Olímpicos de París 2024. Conociendo a quienes hoy manejan la ANFP, que nunca han tenido un plan sobre nada, lo más probable es que opten por el cambio de DT. Está bien, puede que sea necesario un aire nuevo, pero lo más probable es que sigamos estando por debajo de las potencias mundiales y, con ello, perpetuaremos el desfile interminable de directores técnicos. Claro, como la culpa es siempre de ellos, sigamos echando y trayendo, mientras el hoyo inmenso en la formación, sigue ahí.

Insisto: gracias a un trabajo muy serio de futbolistas profesionales, a un cuerpo técnico dedicado y también a un proyecto diseñado y ejecutado a partir de finales de 2016 por la ANFP (administraciones anteriores, claro está), Chile logró competir de igual a igual ante los mejores equipos del mundo en los Juegos Olímpicos. Ahora, ¿basta con eso para perpetuarse en el alto nivel y aspirar a algo más que competir de tú a tú? Mmm, no creo.

¿Cambiemos al DT? OK, cambiémoslo. ¿Profesionalicemos lo que hay? Sin dudas; es obligatorio, ahora, ya. Pero, más allá de eso, trabajemos en los cimientos, en las estructuras, donde parte todo. Ese, se me ocurre, es el camino.

Foto: Comunicaciones ANFP

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Antonio Loma-Osorio

Periodista y Licenciado en Comunicación Social. Trabajó en cadenas internacionales de deportes como PSN y GolTV. Por 8 años fue el jefe de prensa de la Seleccion Chilena. Integra el panel de expertos del Diario The Guardian, que elige a las 100 mejores futbolistas del mundo.

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