El precio del silencio

El precio del silencio

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La selección de Argentina por años ha sido víctima del abandono de la AFA – Asociación de Fútbol Argentino. Si bien han obtenido premios como el Oro en los Odesur 2014 con Luis Nicosia al mando, o la plata en los Panamericanos 2019 con Carlos Borrello, DT desde el 2017,  nada de esto ha sido fácil ni mucho menos esperanzador.

Entre el 2015 y 2016 la albiceleste atravesó por un período de inactividad tal como lo hizo la selección de Chile, amparado por la falta de regulación a nivel de autoridades continentales y mundiales, nadie dijo nada. La mayoría ni cuenta se dio de lo que pasaba porque, en ese momento, ellas aún para los hinchas del fútbol no existían. Ellas seguían luchando solas, contra un mundo disparejo e injusto, machista y, por qué no decirlo, discriminador.

Desde cada uno de sus lugares, son las propias jugadoras las que han venido denunciando la falta de infraestructura y la ausencia de condiciones básicas que requiere un deportista para desarrollar su actividad. Y aquí no hablamos de contratos ni de bonos, sino de un trato digno que nunca recibieron.

Incertidumbre y Futfem: Cuando mil “¡basta!” no son suficientes

En el 2017, Argentina viajó a Uruguay a disputar un amistoso. Las hicieron dormir en un bus y el único pago fue un viático diario de 150 pesos (8,50 dólares de ese momento) por entrenar y 25 dólares cuando tocaba viajar. Ustedes pensarán que hacer pasar por algo así a un seleccionado ¡es una locura!, pues no, hace recordar los viajes de noche de algunos equipos chilenos femeninos desde Santiago a Puerto Montt para jugar al día siguiente a las 9am, y así ahorrarse la noche en un hotel… 

A pesar de todo muchas de ellas deciden callar, pero ¿por qué?

Porque si denuncias te hacen desaparecer de las nóminas. En el 2017 pasó con Camila Gómez Ares, Fabiana Vallejos y otras, que por denunciar no volvieron a representar a Argentina en competiciones a nivel de selección. Ese mismo año siguió el listado de “eliminadas”, tal como pasó con Florencia Quiñones por pedir lo mínimo.

En el 2018 los llamados a la AFA continuaron. En plena Copa América todas las jugadoras posaron con una mano en el oído, simbolizando que querían ser escuchadas, porque el abandono era muy grande. Así y todo, clasificaron al Mundial de Francia 2019, con camisetas XL que los hombres ya no usaban.

Luego vuelve a desaparecer otra jugadora previo al Mundial: Laurina Oliveros, y ¿por qué? Porque para la presentación de las camisetas de la selección, la AFA acudió a modelos en vez de las propias futbolistas para presentar la indumentaria, entonces Oliveros comentó por twitter: “¿y las jugadoras del seleccionado femenino? ¿acaso no tendríamos que ser nosotras las que presentamos la camiseta?

Nunca más vimos a la portera de Boca en la nómina de la selección.

Tras finalizar la participación de Argentina en el mundial, las jugadoras pidieron condiciones justas para que el fútbol femenino siga en desarrollo, pero el costo de la denuncia fue 4 seleccionadas sin poder volver: Estefanía Banini, Belén Potassa, Ruth Bravo y en solidaridad con sus compañeras, Florencia Bonsegundo. Fuera del plantel de los Juegos Panamericanos tanto la primera como la segunda capitana de la selección albiceleste.

Ya sabemos cómo te penalizan en Argentina si cuentas o expones la realidad de las futbolistas, pero  ¿cuál es el costo de callar en Argentina? Seguir teniendo una selección que no puede elevar su nivel de competencia, seguir en la línea de participar porque no logran un nivel competitivo a la altura… y todo esto amparado por su propia federación al ratificar a un seleccionador que no sabe más que callar a sus jugadoras para defender las carencias a las que las expone.

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