Los cruces de play-offs del torneo de Clausura 2024 del fútbol formativo
Maximiliano Uribe 
La Selección Chilena jugó su primer partido oficial en la historia un 28 de abril, pero de 1991. Hoy, a 30 años de ese primer partido, Isabel Berríos recuerda cómo fue participar en la primera Copa América.
Hoy, miércoles 28 de abril de 2021, es un día histórico en el fútbol femenino nacional. Fue un día como hoy, pero hace 30 años, cuando La Roja disputó su primer partido oficial e hizo su debut como selección femenina nacional. Tres décadas de vida, que han traído un subcampeonato de Copa América, una participación en una Copa del Mundo, una clasificación a los Juegos Olímpicos, pero también muchos años de penurias… Y la ilusión de que lo mejor aún no llega.
En su primer desafío en la historia, la Selección Chilena enfrentó a Brasil en el estadio Willie Davids de la ciudad de Maringá. El DT Bernardo Bello formó con Paola Valdivia; Paulina Leiva, Sandra Ampuero, Bella Lemus, Georgina Espinoza; Soledad Jara, Ximena Alburquerque, Isabel Berríos; María Henríquez, Ada Cruz y Alicia Baeza. El resultado final fue 6×1 para las locales, y el primer y único gol chileno lo convirtió Ada Cruz.
En CONTRAGOLPE hablamos con Isabel Berríos, histórica entrenadora chilena y parte de la primera Roja Femenina, y nos contó cómo fue participar en ese torneo y ser miembro importante de uno de los momentos más épicos en la historia del futfem nacional: el del debut.
— ¿Cómo se gestó el torneo y el debut de La Roja?
— En ese tiempo, la Selección Chilena estaba castigada por el tema del Cóndor Rojas. El presidente de la ANFP de ese entonces, Abel Alonso, fue nombrado como delegado sudamericano del fútbol femenino y querían ser condescendientes para, de alguna forma, poder levantar antes el castigo interpuesto. Por lo mismo llegó está invitación, para poder participar del torneo.
— ¿Cómo fue el proceso de selección o nominación?
— Recuerdo que llamaron a una convocatoria masiva por los diarios. En ese entonces, eran muy pocos los clubes que estaban funcionando (Universidad de Chile y Las Armanditas de Everton). A nosotras nos llegó una carta directamente al club, nos presentamos todas las chicas del equipo y quedamos 11 preseleccionadas de la U de todas las que fuimos a probarnos. Ese día llegaron un total de 500 chicas y quedaron 42. Luego quedaron 36, 28, hasta las 19 que finalmente viajamos. Eran 18 oficiales, y al final se incorporó a la chica Fabiola Ramirez.
— ¿Cómo fue la preparación para la Copa?
— La preparación estuvo a cargo de Bernardo Bello (DT) y Pedro Peredo (PF). La preparación fue un poco pobre porque Peredo nunca había trabajado con mujeres, entonces no sabia hasta dónde podia exigirnos, y Bernardo Bello tenia un respeto y un cariño enorme por nosotras, que no quería que nadie nos apaleara. Lo más fuerte que nos hicieron fue un test de Cooper, que no es algo de preparación, sino que algo más de medición, para medir la capacidad de cada una. El trabajo en sí fue muy corto, más que nada para responder a lo que la FIFA estaba pidiendo.
— ¿Qué es lo que más recuerda de la previa a dicho campeonato?
— En la preparación recorrimos harto Chile; nos invitaron a varias partes, jugamos varios preliminares. Lo que más recuerdo previo al debut en el Sudamericano eran los colores que nosotras usábamos de ropa, porque no había uniforme para nosotras. Alguien nos auspició y usábamos un buzo morado acá en Chile, y cuando nos fuimos a Brasil, era verde con morado y el emblema de la Federación, jajaja. Era bonito el buzo, aunque no eran los colores de la Selección, pero nosotras estábamos felices porque por fin teníamos ropa nueva.
— ¿En qué condiciones viajaron a Brasil?
— En las mejores. Fue un sueño. Nos tomaron muy en serio, viajamos en avión, estuvimos en un hotel maravilloso de 5 estrellas; el tema de las comidas, fue todo nuevo e impresionante.
— ¿Es cierto que Chile jugó de verde ante la falta de equipamiento para la Copa?
— Sí, la polera era verde con un short amarillo fosforescente, era linda igual. Como anécdota, recuerdo que nosotras nos hicimos amigas de las brasileñas, ya que estábamos en el mismo hotel y aprovechábamos de jugar pool. Nosotras apostábamos las poleras y la Georgina Rodríguez, que en Chile administraba una mesa de pool, jugaba en representación de nosotras y les ganaba. Ellas se quedaban con las de nosotras, y nosotras con las de ellas.
— ¿Qué recuerda de ese partido debut frente a Brasil?
— El primer partido lo disputamos en Maringá. Recuerdo que Brasil marcó la diferencia, eran las locales y tenían la responsabilidad de hacer un gran campeonato. Ellas estaban por sobre la media en velocidad, en técnica. Nosotros teníamos muy buena técnica pero no teníamos la velocidad de ellas, además tuvimos muy poco tiempo de preparación. Ellas estuvieron preparándose para este torneo más de un año, entonces lo que mostraron en Brasil fue muy superior. Aún así, tuvimos momentos en que tuvimos la pelota; controlamos el medio y pudimos distribuir, por algo también hicimos un gol. Recuerdo también que cuando Brasil anotaba, yo partía rápidamente a buscar la pelota para comenzar de nuevo, con la convicción de que podíamos dar vuelta el marcador. Y esa actitud le gustó a la gente. Tanto así, que cuando hicimos el gol todos nos aplaudieron; fue entrete, porque se valoró el esfuerzo.
— ¿Les afectó en algo la derrota por 6-1? ¿Qué pudieron sacar en limpio de aquel partido?
— Nos dimos cuenta que nos faltaba mucho, que recién estábamos en pañales, que el hecho de que nos gustara jugar no tenia nada que ver con el profesionalismo que teníamos que tener. Con ellas solo pudimos defendernos en el debut; ahí nos dimos cuenta, realmente, que para hacer esta actividad había que esmerarse y trabajar con más conocimiento y con mejores profesionales que nos ayudaran. Ahí fue que decidí, a futuro, convertirme en entrenadora. No nos afectó, pero teníamos dos opciones: o morirnos de la pena o aceptar que era un desafío mayor. Con el grupo nos propusimos como meta ganar el segundo partido, y así fue.
— Posterior a eso, vencen por uno a cero a Venezuela, ¿cómo vivió ese momento y que puede contarnos al respecto?
— Ese partido lo disputamos en Cascabel. Con Venezuela pudimos jugar más tranquilas, no les teníamos el miedo que le teníamos a Brasil. Venezuela era un equipo más parejo con nosotras; eso sí, recuerdo cuando las vimos. Eran enormes y tenían una musculatura gigante, las vimos y dijimos ‘chuta, parece que aquí nos vacunan de nuevo’. Ya después empezamos a ver que en el calentamiento erraban mucho, no le pegaban bien al balón, nos dijimos ‘vamos no más’ y nos empezamos a aleonar entre todas. Nos fuimos a la cancha de tú a tú, llegamos varias veces, y en un tiro de esquina en el segundo tiempo anotamos el gol del triunfo. Al final nos defendimos con uñas y dientes.
— ¿Con qué se quedaron de esa experiencia vivida?
— Fue una buena experiencia para ser la primera y no haber tenido algo previo. Teníamos poco conocimiento de cómo se jugaba afuera; de haber sabido que las brasileñas corrían como maratonistas, quizás nos hubiésemos preparado mejor. Pero nos vinimos bien condecoradas, con honor, muy felicitadas. Nos trajimos también un trofeo por el premio al fair-play. Para mí, fue el inicio de lo que es hoy el futbol femenino del país.
Foto: Gentileza Isabel Berríos
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