Los cruces de play-offs del torneo de Clausura 2024 del fútbol formativo
“Chile, país de arquerazas” es una consigna que se repitió mucho después de la Copa Libertadores 2020. Sin embargo, la realidad de las porteras a nivel nacional no es la misma que la que viven las seleccionadas. ¿Qué falta por desarrollar?
Hablar de las porteras de la Selección Chilena es describir el concepto de seguridad, más aún después de la clasificación a los JJOO de Tokio 2020, en el día internacional de los arqueros y las arqueras. La Roja cuenta con tres jugadoras de muy alto nivel; cada una es titular en su equipo y ostenta experiencia internacional. Solo nombrar a Christiane Endler es el sinónimo de la mejor arquera del planeta, según sus mismas compañeras de profesión.
Chile es un país privilegiado por contar con una tan buena generación en la actualidad, y con un futuro prometedor. Inmediatamente después de Endler, Natalia Campos y Ryann Torrero existen al menos dos o tres porteras que, en unos años más, darán que hablar y que tienen la regularidad de juego suficiente como para seguir creciendo y desarrollándose en el arco.
Primeros pasos
Haciendo un viaje al pasado, al menos una década hacia atrás, el fútbol jugado por mujeres en Chile llevaba sus primeros años de carácter federado. Existían pocos equipos que podían llamarse “profesionales”, y la mayoría contaba con un plantel de jugadoras, un entrenador y alguno que otro preparador físico o kinesiólogo. Pero no poseían gente especializada en áreas como la portería. Suele ser este ítem un talón de Aquiles dentro de los clubes, porque creen que no contar con entrenador/a para ahorrarse un poco de plata, puede resultar.
Pero fíjense ustedes que nuestra máxima exponente nacional recién a los 15 años se posicionó bajo los tres palos, gracias a la recomendación del entrenador de arqueras de la Selección Chilena. Él fue quien le comentó que, por su porte, ella estaba pintada para el puesto. Fue así como nuestra capitana pasó de convertir goles a detenerlos. Don Marco Antonio Cornez, Chile le agradece.
Contexto nacional
La mayoría de las porteras chilenas ha iniciado su proceso formativo, específico del puesto, cuando llega a un club. Antes solo habían jugado al arco por afinidad, o en la escuela de fútbol donde eran la única mujer entre puros niños, o en el colegio para parchar cuando nadie más quería jugar en ese puesto.
Son pocas, aunque cada vez más, quienes desde muy pequeñas logran identificar que donde quieren desarrollarse es en la portería. Junto a esto, surge la problemática que, al iniciarse muy tarde en la disciplina, suelen venir con ripios no solo técnicos, sino psicomotrices, que requieren ser trabajados a la par de la formación. Esto con el fin de que puedan ir creciendo como porteras.
¿Puede ser que antes las niñas chilenas no tenían un referente femenino en el cual reflejarse y por ende no les llamaba la atención el arco? Es muy posible.
A diferencia de nuestros pares varones, las niñas y jóvenes en general no tienen el mismo acceso para ver partidos de fútbol jugado por mujeres. Principalmente, porque no los transmiten y, por ende, es difícil buscar modelos. Ahora desde el año 2008, más o menos, cuando se transmitió el primer mundial femenino que se realizó en suelo nacional, la situación ha ido cambiando.
Con el alza de la visualización de partidos, y el crecimiento de las redes sociales, ahora es mucho más accesible ver fútbol femenino nacional e internacional. Aunque todavía cuesta.
Sin embargo, el que se inicien tarde no es solo una de las dificultades que viven las porteras en su formación. También lo es, por ejemplo, el hecho de llegar a los clubes y encontrarse con que no hay una persona especializada en el tema para poder ayudarlas a pulirse.
En muchos de ellos, la realidad es tan precaria, que solamente alcanzan las finanzas para que el/la entrenador/a haga malabares y le dé atención a todas las jugadoras. ¿El problema? Ellos no siempre tienen los conocimientos técnicos-tácticos para formar a las porteras.
Al día de hoy, y como regla garante para seguir en la senda triunfal que podríamos denominar como “Chile, país de arquerazas”, es que se hace imperioso que todo club que participe del torneo nacional, en cualquier categoría y desde la primera Sub-15, cuente con el cuerpo técnico competente. Gente que priorice no solo la competencia, sino que el desarrollo formativo de cada integrante perteneciente a su institución, y en especial a las arqueras.
Es primordial que quienes formen porteras sean personas competentes en el cargo, ya que no es un puesto fácil. Requiere de mucha fortaleza mental, de una alta tolerancia a la frustración, y de resiliencia por sobre todas las cosas. Eso solo hablando del aspecto psicológico.
Formar a una persona, y formar a una arquera más específicamente, requiere horas de conocimiento y descubrimiento mutuo. El cómo lanzarse, empujar, despegar, amortiguar la caída, reposicionarse y estar preparada para otro tiro no se aprende de la noche a la mañana. Es, en particular, unas de las técnicas más complejas.
Saltar más alto que las cabezas de las rivales para hacerse con el balón, agigantarte en los duelos para cuando no queda nadie más que tú. La rival y el balón antes del arco; contorsionarse más allá de lo pensado sacando un tiro con la yema de los dedos en los últimos segundos de partido, son cosas que por muy fantásticas que se vean, se trabajan, se refuerzan, entrenan, se cometen errores y se vuelve a empezar nuevamente. Nadie nace sabiendo, pueden existir personas con mayores habilidades que otras, pero todo es trabajable.
Futuro del puesto
Si hay algo por lo que Chile debe estar orgulloso, es por la gran cantidad de buenas porteras que se han formado. En su momento destacó Karla Ureta, quien ahora oficia como kinesióloga en un club nacional. O Romina Parraguirre, previo a la aparición de Christiane Endler; y las actuales Natalia Campos, quien sumó su experiencia extranjera, y Ryann Torrero, quien realizó una muy buena campaña en la última edición de la Copa Libertadores.
Sin el ánimo de querer jubilarlas, porque cada una tiene por lo menos unos 10 años más de carrera, inmediatamente después de las tres seleccionadas hay algunos nombres interesantes a destacar. Antonia Canales, por ejemplo, quien ya suma sus primeros microciclos con la selección. Además, fue partícipe del primero torneo ganado por La Roja: la Copa Uber, en 2019.
Antonia es seleccionada desde los 16 años, ha pasado por procesos Sub-17 y Sub-20, que le valieron ser resaltada entre sus pares de América. Actualmente es la portera titular de Universidad Católica, y destaca bastante en el juego aéreo. Es una arquera muy valiente, que sabe aprovechar su altura para sacar balones que muchas veces se gritan gol antes de tiempo.
En la actualidad, Canales está entrenando para el inicio del Campeonato Nacional 2021 junto a Universidad Católica, y para encontrar su oportunidad de ser considerada en la Selección Chilena.
Otra arquera que desde muy pequeña ha destacado es Jael Benítez. La nacida en Audax italiano mostró sus primeras credenciales en dicho club. Con apenas 15 años ya lideraba a la Sub-17 itálica y brillaba cada fin de semana con desvíos dignos de una arquera experimentada. Ellos la llevaron a ser seleccionada nacional Sub-17.
Su salto de calidad llegó durante 2020, cuando fue contratada por la Universidad de Chile para que fuese la arquera titular del equipo. Sin embargo, Benítez no ha podido encontrar la regularidad esperada. Pero es entendible, aún es muy joven y debe seguir creciendo para madurar en el puesto. Cabe destacar que ahora tiene de compañera a Natalia Campos, que sin duda alguna va a encaminar su carrera.
Influencia del club
Para finalizar, hay que destacar algo absolutamente necesario. El trabajo de formación debe nacer por parte de los clubes, y no de las selecciones. Esto también es parte de la responsabilidad institucional que adquieren al hacerse participes de una competencia y, por ende, deben comprometerse en el desarrollo de las jugadoras a lo largo de toda su etapa en el club. Es imprescindible que las jugadoras cuenten con elementos básicos, como balones, o canchas con las medidas reglamentarias para entrenar.
Si queremos seguir con la senda de la formación debemos hacerlo de buena forma. Por consiguiente, hay que invertir tanto en personal calificado, como en infraestructura adecuada para las jugadoras. Ya no basta solo con las ganas, no alcanza con la voluntad para que este país siga cosechando los logros que ha adquirido al día de hoy con grandes porteras a la cabeza; es momento de actuar.
Hay que hacer un trabajo mancomunado entre federación, asociación y clubes, para que en 10 años más, cuando alguien más escriba una nota respecto a la realidad de la portería nacional, pueda sentirse orgulloso del avance que ha tenido el país con respecto a esta materia, y a cómo proveemos a la Selección Chilena de las mejores jugadoras.
Foto: Comunicaciones ANFP
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